2018 cambia Colombia

 

Foto: Jaiver Nieto Álvarez / Archivo EL TIEMPO

Yolanda Villavicencio M | Publicado en eslombia.es núm. 115| @ryvillavicencio

 

Empezar con buen pie

Al iniciar el año, tenemos un listado de sueños y deseos por cumplir, por lo menos doce, ya estamos en el año de elecciones. Diciembre marcó varios hitos, como la presentación por firmas de los candidatos presidenciales Sergio Fajardo, Piedad Córdoba, Gustavo Petro, entre otros y la presentación de las listas al Senado y Cámara.

Fue una pena que la coalición que terminó encabezando Sergio Fajardo a nombre de Compromiso Ciudadano, junto a los verdes y Polo Democrático con sus pre-candidatos Claudia López y Jorge Robledo, quienes renunciaron ante la evidencia de las encuestas que les marcaron un techo de cristal en el 7% y 4% respectivamente, frente al 16% de Sergio Fajardo, no confluyera con la lista de la Decencia al menos en las regiones, para candidatos a Cámara.

Era imperioso actuar para reducir el clientelismo de los Bulas, los ñoños y toda la parapolítica que ha fomentado el nicho de compra de votos en las regiones, con el que mantienen su poder mediante el terror y los asesinatos sistemáticos, apoyando a la oligarquía cachaca a permanecer en el poder central.

No pudo ser y era clave en una estrategia de cambio en la composición del poder legislativo, hay que decirlo alto y claro, que esta coalición se equivocó, cuando menos, y tendrá en parte la responsabilidad de la dispersión de voto que se produzca entre dos listas que bien pudieron unir fuerzas.
Fajardo ha impuesto la agenda de sus patrocinadores a los Verdes y al Polo, en cabeza de Jorge Robledo. No confluir, tal vez el sindicato antioqueño de empresarios lo que pretende es dividir el voto del centro izquierda.

 

El poder que tenemos

Volviendo a los deseos, el mío para este 2018, es ver una presidencia de cambio en la Casa de Nariño y aunque parezca una utopía, esta puede hacerse realidad. Primero porque es la mayor necesidad de los colombianos y colombianas, así lo manifiestan las diferentes encuestas, y segundo porque si queremos que se avance en la construcción de la paz, con reformas necesarias en salud y educación, que den cobertura universal cómo mínimos derechos que devuelvan la dignidad al pueblo colombiano, tenemos la responsabilidad ciudadana de hacer algo.

Ese algo es el poder de nuestro voto, ese poder que no hemos valorado al creer que absteniéndonos protestamos y no hay tal; les dejamos el camino libre para gobernar a los mismos de siempre, ya que la legitimidad les trae sin cuidado. Ya han demostrado el colmo del cinismo y la manera grotesca como usan las instituciones para sus amañados. Es el caso de la revocatoria a Peñalosa o las dilaciones de la justicia para juzgar a los Uribe y demás implicados en parapolítica y corrupción, o la desfachatez del fiscal al permanecer en el cargo siendo arte y parte en el caso Odebrecht.

 

Por un futuro mejor

Por todos estos motivos y sobre todo porque no podemos permitirnos dejar a las nuevas generaciones sin esperanza y sin oportunidades, entonces sólo les quedará repetir la emigración, esa que vivimos de forma continua y sin parar. Seguir exportando mano de obra que es tratada con leyes de extranjería que violan los derechos humanos, cercenando el crecimiento personal por un trabajo en lo que sea y mal pago por estar indocumentada/o, para poder vivir, es una historia que no deberíamos repetir como pueblo.

El triunfo de las propuestas alternativas que reducen pobreza y crean equidad con el crecimiento que produce el país, es la opción por la que debemos apostar, para que el derecho a emigrar sea una opción y no una forma forzada para buscar el proyecto de vida que no se vislumbra allí, porque el derecho al desarrollo no existe.

 

Los acuerdos que se han dado

El 2017 termina con la confluencia de cinco organizaciones políticas, en un esfuerzo por ofrecer esa alternativa; se trata del movimiento indígena agrupado en MAIS, como fuerza política, la Colombia Humana movimiento de ciudadanos principalmente urbano y liderado por Gustavo Petro, la Alianza Social Independiente –ASI- la sobreviviente Unión Patriótica –UP- y el movimiento de Clara López –Todos somos Colombia- todos ellos conformaron la lista de la Decencia para el Senado y Cámara, como un primer paso para cambiar el poder legislativo, en las próximas elecciones de marzo. Esperemos que se consiga este objetivo y avance a consolidar para las elecciones presidenciales de mayo una propuesta ganadora.

Por otro lado, el candidato liberal Humberto de la Calle, después de que Sergio Fajardo, no pusiera atención a su deseo de confluir en la Coalición Colombia, inicia el diálogo, como segundo plato, con Clara López para unirse en la coalición de la Decencia. No es fácil para el partido liberal, asumir propuestas como las que lidera Petro en cuanto a cambio de modelo productivo y por ello, será mejor elegir primero la fórmula presidencial en un proceso democrático para el que se están poniendo de acuerdo, se trataría de una consulta interpartidista en las elecciones de marzo, para luego acordar los puntos programáticos.

 

¿De qué se trata?

Si de lo que se trata es de cumplir los acuerdos firmados con las FARC, el candidato es Humberto de la Calle, que ha permanecido en un promedio de 7% en las encuestas y que no tiene por sí mismo capacidad de decisión, la dirección del partido liberal será en últimas la que apruebe confluir o no; es importante en cuanto a pacificación e incorporación a la vida civil de los desmovilizados, evitando se conviertan en mercenarios de las bacrim, llevando a cabo una parcial distribución de la tierra.

Pero si de lo que se trata es de cambiar la estructura tan profunda de desigualdad entre campo y ciudad, y la aberrante desigualdad señalada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que reconoce la alta concentración del ingreso, la cual afecta la estabilidad macroeconómica y el crecimiento (de ahí nuestra permanente crisis) entonces el candidato es Petro. No se trata de un modelo socialista, simplemente de reformas necesarias para la convivencia entre capital y trabajo, con igualdad, libertad y derechos sociales, adaptándonos al cambio climático, para la pervivencia del planeta, con el uso generalizado de energías limpias.

 

La desigualdad nos caracteriza

Colombia con cualquiera de los indicadores, tiene el mismo resultado: la desigualdad en los ingresos es obscena y la concentración de la riqueza aún peor. Si se mide con el Gini, Colombia es el segundo país más desigual de América Latina, después de Honduras; lo dice el Banco Mundial. Con el índice de Desarrollo Humano, la situación empeora, no solo es bajo, 0,542, sino que pierde una cuarta parte de su valor cuando se ajusta por desigualdad, lo dice el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo. Y como si fuera poco, el 20 por ciento del ingreso del país está en manos del 1 por ciento de la población, peor que en Estados Unidos. Santos lo reconoció cuando dijo que el 1 por ciento de la población concentra el 40 por ciento de la riqueza.

Es esta situación injusta y casi permanente en medio de la abundancia de unos pocos, lo que ya no da más de sí y la que produce una emigración permanente, situación que se puede cambiar, no cabe resignación, no vale decir a ese no le dejarán gobernar, pensar así es el suicidio cotidiano que llevamos por más de un siglo, dejar de elegir a nuestros tiranos, convencernos de que un voto es más fuerte que una bala, porque nos llegó la hora de hacer realidad nuestros deseos, hay que votar el próximo 11 de marzo.