El cambio se llama Gustavo Petro

Yolanda Villavicencio M. | Presidenta de AESCO | Artículo publicado  en EsColombia  número 117

Todo tiempo llega, y este es el momento de un ciclo muy largo para Colombia que muere, como muere todo en la vida. De ahí el adagio popular que no “hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, aunque en esa espera tantos y tantas se han ido y no por muerte natural, sino por el fragor de una guerra que no era la suya o por la desatención médica de un sistema que sólo funciona si tienes dinero. Pero la vida, el azar de nacer, los pusieron en esa senda, en ese territorio de disputa o en el barrio popular, presa fácil para el reclutamiento de ejércitos, etc.

Gustavo Petro. Foto: AFP

Es claro que los y las colombianas se cansaron de tanto vago y ladrón de cuello blanco, que han esquilmado y robado el erario público, dilapidando impuestos y rentas de la explotación minera y petrolera. Un rechazo generalizado a la clase política y al descrédito de sus partidos, es canalizado por un hombre sin poder, sin aliados porque a quienes les ofreció esa convergencia se negaron, sin cuotas políticas y sin dinero. Ese hombre se llama Gustavo Petro, no es un aparecido de hoy en la vida política y social del país, es una persona que se ha caracterizado por la coherencia, ese legado de que la palabra empeñada se cumple en el ¡Palabra que SÍ¡, de Carlos Pizarro, lo hace intransigente e inexpugnable pase lo que pase y dé al agua donde dé.

Gustavo Petro, ha sabido conectar con el sentir de la ciudadanía, que más allá de los acuerdos entre FARC y gobierno, de lo que está realmente preocupada es por su día a día, el trabajo temporal, mal pago, el rebusque, la salud de su familia que no llega cuando se necesita, la educación de sus hijos, el futuro que no ve para ellos cuando terminen bachillerato y un ingreso que cada día disminuye, porque todo es muy caro; en los hogares de bajos ingresos no se llega a fin de mes y no alcanza el salario precario, para vivir, se sobrevive o mal vive.

En definitiva, para la gran mayoría todo es incertidumbre y se cansaron, quieren un buen vivir, porque es posible y sabe que en países del entorno eso cambio, Ecuador, Bolivia, Perú, Uruguay, Chile, Argentina son buenos ejemplos a donde han huido miles de colombianos para mejorar y buscar oportunidades.

Petro les habla de lo que ellos quieren escuchar, lo hace con sencillez y mucha pedagogía, explica las razones de todos estos males y cómo se puede salir de este hueco y de la desesperanza. Por ejemplo, demuestra los cambios positivos de la Bogotá Humana, en materia de inclusión social y como esto tiene una relación directa para bajar los niveles de inseguridad. Habla de la salud como un derecho y se compromete a acabar con las EPS, unos intermediarios financieros que administran la salud de los colombianos y sólo pretenden el negocio. Todo el mundo ha vivido el calvario de enfermarse y no disponer sino del mal servicio de una EPS, que sólo te da Ibuprofeno.

Esa sola medida cambiaría la vida de los y las colombianas, disponiendo de una red pública de salud en los hospitales, en donde ningún hospital sería cerrado y con medicina preventiva y domiciliaria allá donde no hay aún un centro de salud.

Los detractores dicen, que todo lo va a estatizar, que va a expropiar, pero la gente sabe que es mentira. A nadie expropio en su gobierno en Bogotá, por el contrario, las alianzas público privadas se fortalecieron. En su relato habla de democratizar la economía, eso quiere decir que es necesario que más gente sea propietaria, sea emprendedora, que se generen muchos puestos de trabajo y que cambiemos de la economía rentista extractivista a crear valor y riqueza con el trabajo, que es el único que crea riqueza en una sociedad. Usa textos bíblicos, para recordar -te ganarás el pan con el sudor de tu frente.

Son cinco sus propuestas para una era de paz: La educación universal y gratuita hasta la universidad. Él sabe que necesitamos saberes; si queremos industrializarnos hay que potenciar el conocimiento y la investigación por cinco pues no crece ese presupuesto desde Pastrana; por esto le dicen populista, pero en la Bogotá Humana el desarrollo fue sostenible, no fueron ladrillos fue una política eficiente de expandir derechos, atendiendo a los niños y niñas del futuro, por eso 1.200 aulas para atender a estos menores se pusieron en servicio en la ciudad, 48 colegios nuevos se planificaron de los cuales se entregaron 23 construidos, dotados y en funcionamiento, el resto quedaron con los recursos y las licencias para construir, dos ha terminado Peñalosa. Todo esto mucha gente que sólo escucha los medios lacayos del poder no lo sabe, porque ellos nunca lo mencionaron, le hicieron una oposición feroz y llena de mentiras y manipulaciones. Cómo ahora hacen ocultar que llena plazas a donde quiera que vaya.

Identifica que uno de los grandes problemas que existen para una industrialización es el latifundio y con valentía aborda el tema, recuperando propuestas del viejo liberalismo para conseguir que ese latifundio que cada vez concentra más tierra se vuelva productivo, pues Colombia importa casi todo lo que se come. Pondrá impuestos altos a quienes posean extensiones de más de mil hectáreas y no produzcan, de esa manera se verán obligados a venderla, ya que sus propietarios no tienen vocación de campesinos o granjeros, la tierra ha sido un medio para lavar dinero del narcotráfico y despojar a los campesinos de la tierra.

Esta propuesta les hace temblar a los narco-terratenientes empezando por Uribe y su familia, que tratan de tergiversar y meter miedo de que va a expropiar a todo el mundo. Pura mentira.

La justicia y la política deben tener autonomía, necesitamos una justicia independiente del poder ejecutivo y legislativo para que funcione y aplique la ley de forma eficiente y al margen de cualquier trato de favor o corrupción, esa es una propuesta que cala en la gente de cualquier clase, porque verdaderamente da asco la forma como la justicia está sometida a la parapolítica, dejando dormidos por años y años delitos imputados que prescriben, de estos ladrones de cuello blanco, o dando casa por cárcel a los actores de la parapolíticas, mientras quien roba para comer se pudre en la cárcel. Todos estos privilegios oprobiosos deben acabar, para que seamos un país democrático.

Gustavo Petro, tiene una sensibilidad extraordinaria por las personas más desvalidas, es algo que lleva en su ADN desde joven, su trayectoria ha sido la de hacerse a pulso, como cualquier ciudadano, por eso también mucha gente se identifica con él y siente que le representa y que es un ejemplo a seguir. Ni que decir del conocimiento que tiene de los impactos del cambio climático, como que fue quien posicionó el tema en el país, esa manera de pisar callos a quienes han mantenido privilegios, es lo que más les molesta y claro, no deja de ser antipático para los intelectuales de la clase política a quienes siempre responde con decencia, pero con contundencia.

Un amigo me decía que Petro, además de ser un excelente político y pedagogo, es una persona sencilla, empática con los vulnerables y generosa, pero no deja de ser polémico porque frente a los tratos de favor es infranqueable, enemigo de la corrupción, como dicen por ahí es el único político que cuando salió del cargo público de alcalde, salió más pobre. A pesar de la feroz persecución del contralor y de los cargos administrativos del poder, no han podido imputarle por ningún motivo. No está en política para hacer carrera ni para aprovecharse y denigrar del otrora oficio preciado de la política, sino porque cree profundamente que Colombia puede tener rumbo hacia lo que la “Colombia Humana” propone que él llama “una era de paz”, la que podemos construir entre todos y todas, tal como se está realizando la campaña, es la gente y es el candidato con que la gente común y corriente y de sentido común gana.

Por ello, en la consulta de este marzo, invito a votar por Petro, marcando en el tarjetón la casilla de su foto.